martes, 18 de febrero de 2014

Caín, de José Saramago



Hay veces que el ser humano tiene la extraña manía de rechazar inexplicablemente cosas que nunca ha probado, decidiendo que no le atraen o no le gustan porque su cerebro así lo ha decidido. Pero la mayoría de veces, si nos atrevemos a dejar estos prejuicios a un lado y arriesgarnos, siempre terminamos pensando en cómo habíamos pasado tanto tiempo sin ello.

Esa fue mi experiencia con José Saramago, un autor al que yo tenía totalmente encasillado en géneros literarios que no me atraían demasiado y que, una vez más, me demuestran que cualquier historia o género literario puede ser maravilloso cuando el creador también lo es.

En Caín asistimos a una versión del Antiguo Testamento muy diferente al que se nos ha mostrado tropecientas veces en las escrituras bíblicas. José Saramago da un giro de tuerca a uno de los personajes más odiados por el cristianismo y lo convierte en absoluto protagonista -o espectador, depende del enfoque que le queramos dar- de esta disparatada y divertida historia que pone a Dios contra las cuerdas y que nos hace reflexionar sobre qué o quién es el verdadero villano de aquellas historias.

Con un humor absolutamente hilarante y mordaz, el lector podrá sumerirse en los viajes temporales de Caín y su jumento y releer historias como las de Moisés, Abraham o Noé muy distintas a las que nuestra mente tenía más que asentadas. Un libro para disfrutar en cada una de sus páginas al mismo tiempo que alimentas tu espíritu crítico respecto a cánones tradicionales de la civilización occidental.

Y es que, como bien me dijo el encargado de que este Caín llegase a mis manos, estudiar religión con este libro sería muchísimo más divertido...y creíble.


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